P. Valentín de Uriarte 1892-1967

«El Apóstol del Ucayali». «Misionero más conocido y popular de la región del río Ucayali en la que trabajó desde 1926 hasta 1963»

Nació en Bermeo, puerto típico de pescadores en la provincia de Vizcaya-España.

Entró en la Orden franciscana ordenándose de sacerdote en 1920 cuando contaba 28 años. Durante un tiempo sirvió en el Ejército Español como Capellán Militar en Marruecos y trabajó en diversos lugares que recordaba con afecto.

Influenciado por los misioneros franciscanos que de América iban a España, solicitó del Superior General de la Orden Franciscana autorización para pasar a las misiones del Ucayali para satisfacer su espíritu misionero. Era alumno de la Provincia franciscana de Cantabria y sería el «precursor» de una presencia más intensa de religiosos de su Provincia, que años más tarde vendrían a trabajar a las misiones de Perú. Obtenido el permiso se embarcó en Santander en el vapor inglés «Orcota» desembarcando el 15 de Diciembre de 1926 en Callao. El 22 del mismo mes subió al histórico Convento de Santa Rosa de Ocopa, situado a 3.200 metros sobre el nivel del mal y de donde salieron grandes misioneros y que era entonces el camino obligado de ingreso a las misiones por Andamarca, Satipo, Puerto Ocopa, río Tambo para llegar al río Ucayali y que será su «río querido» durante los casi 40 años que permanecerá en la selva.

El viaje del P. Valentín desde el Convento de Ocopa hasta Atalaya donde el río Tambo y el Urubamba forman el Ucayali fue penoso pues la fiebre no le dejó en los varios meses que duró, además, era la primera vez que montaba a caballo, que tuvo que soportar el frío de los Andes, el calor de la selva, pero llegaría al Ucayali que sería su campo de acción durante su vida misionera.

Al llegar al Ucayali tenía el P. Valentín 34 años, de contextura fuerte, alto, todo «un buen tipo». Tenía además entusiasmo en el corazón, franqueza, simpatía, celo misionero, piedad religiosa y espíritu abierto de servir y darse a todos para hacerlos de Cristo.

Ya en el Ucayali comenzó la visita misionera a los diversos lugares siendo bien atendido por algunas familias que tenían sus fundos a la orilla del Ucayali. No existía la misión de Pucallpa todavía. Si, existía la de Yarinacocha de habitantes shipibos atendida por el P. Enrique Leuque. Por fin, el 13 de Julio de 1926 (coincidencias de la vida, exactamente 41 años antes de su muerte) establece oficialmente la misión franciscana de Pucallpa, fecha importante que marcará el inicio de lo que hoy es una ciudad próspera con más de 200.000 habitantes.

Después de dos años de estadía en Pucallpa, el P. Valentín pasaría a Contamana donde permanecerá desde 1928 hasta cuatro años antes de su muerte acaecida en 1967.

Contamana y el Ucayali fueron los «grandes amores geográficos-raciales del P. Valentín. Identificado con la geografía y sus gentes, su anhelo e ilusión fue vivir con ellos, trabajar con ellos y morir con ellos. Muchas veces visitó los pueblos y caseríos en su afán misionero. Su figura, sus palabras y su proceder eran familiares a las gentes.

Como números y datos concretos de su obra sacerdotal y misionera podemos señalar unos 20.000 bautismos la mayoría apuntados en los libros que se encuentran en la parroquia de Contamana, 2000 matrimonios, miles de confesiones, comuniones y confirmaciones a lo largo del Ucayali y sus afluentes. Además su labor educativa fue utilísima. El Ministerio de Educación le nombró en 1933 Visitador Escolar «Ad honorem», motivo por el cual visitó todas las escuelas de todos los caseríos y pueblos elevando al Ministerio un detallado y documentado informe que sirvió mucho sobre todo al que entonces fue Ministro de Educación General Ernesto Montagne, gran amigo y admirador de los franciscanos. Muchos pueblos y caseríos deben el establecimiento de las escuelas en esos lugares al P. Valentín. A el se debe también la gestión para la creación del jardín de Infancia de Contamana, en la actualidad con más de 600 niños y que siguen regentando las Religiosas Misioneras del Niño Jesús, cuyo establecimiento en Contamana se debe en gran parte a él.

En sus frecuentes viajes por el Ucayali, varias veces estuvo a punto de perder la vida y ahogarse y a pesar de que no sabía nadar nunca desistió de su celo misionero ni disminuyó en su preocupación por la evangelización de las gentes ucayalinas. No es de extrañar que debido a este ir y venir por los ríos su vida esté llena de anécdotas y curiosidades que trazan mejor que nada el modo de hacer y de ser del gran misionero franciscano. Porque el P. Valentín fue UN GRAN MISIONERO.

El P. Isidro Salvador, fue uno de los misioneros que mejor conoció al P. Valentín Uriarte y en su nota necrológica dice:

«El P. Valentín tuvo corazón, mucho corazón, era todo corazón, y alguien decía de él que el corazón le envolvía de pies a cabeza. De esto partían sus dotes y buenas cualidades de generosidad, comprensión de la miseria, pobreza y dolor de los demás, la abundante sensibilidad, fantasía e impresionabilidad, su espontánea y contagiosa franqueza y amistad. De ello provenían también sus defectos y sombras, su incapacidad para la administración de bienes y dinero, para la edificación de obras materiales, su espíritu de prodigalidad, sus exabruptos de mal genio, su credulidad en leyendas, fantasías y mitos loretanos, su exagerada fantasía narrativa, su ingenua vanidad cuasi-infantil.

Pero en el claro-oscuro de sus cualidades y deficiencias aparece nítida su personalidad misionera. El P. Valentín fue ante todo y sobre todo UN MISIONERO FRANCISCANO. No deja obras literarias ni construcciones materiales, pero sí el ejemplo de un celo apostólico indesmayable y un hondo amor a la tierra Ucayali y al Perú, con un fervor y entusiasmo sin decadencia. Sólo la enfermedad y la impotencia física le apartaron de su queridísimo Contamana, de su bien amado Ucayali, de sus «princesas», «mamitas», «pindayos», «cholitos indios»…nombres que daba con cariñosa confianza a sus feligreses».

Tanto Pucallpa, hoy una ciudad de más de 200.000 habitantes como sobre todo Contamana con más de 25.000 tienen una gran deuda de agradecimiento con el P. Valentín. Es en esta última ciudad donde como recuerdo a su gran tarea evangelizadora y misionera uno de sus colegios, en la actualidad con casi 1000 alumnos lleva el nombre del «PADRE VALENTIN URIARTE».