P. Severino González Vila
1906-1989

«Misionero en China 1931-1954 y en el Vicariato Apostólico de Requena-Perú 1959-1988» «Hombre sincero, cristiano cabal y evangelizador auténtico»

 

Apuntes autobiográficos

Estas páginas son el testimonio personal, manuscrito del P. Severino, escrito a petición fraterna del P. José María Calvo, que lo acompañó en su viaje de regreso a su Provincia de Valencia.

Muchos son los religiosos que han pasado la mayor parte de su vida en tierras de misión. El P. Severino es uno de ellos.

Nació en Rafelcofer, distrito judicial de Gandía, de la provincia y de la diócesis de Valencia -España- el 23 de febrero de 1906, siendo bautizado con el nombre de Alejandro.

De familia muy franciscana, varios parientes suyos fueron franciscanos, pronto sintió el deseo de seguir a San Francisco de Asís, le gustaba mucho leer revistas de misiones que su padre le proporcionaba y le preguntaba si le gustaría imitar a esos heroicos religiosos y predicar el Evangelio. Esto fue fundamental para que surgiese en el la inquietud misionera y es así como a la edad de 14 años en Setiembre de 1920 ingresa en el Colegio Seráfico de Benisa. En el Convento del Santo Espíritu del Monte hace el noviciado y después de concluirlo, la profesión simple el 24 de Agosto de 1924 y posteriormente la solemne en Concentaina el 18 de Setiembre de 1927.

 

Teología para misionero

Para llegar a ser misionero en la región del Ucayali-Perú, que era su primera idea, consiguió ser recibido y hacer un curso teológico-misionero en el Colegio Internacional de San Antonio en Roma en 1928. El día 20 de Julio de 1930 fue ordenado sacerdote.

a

Fr. Buenaventura Akiki, que fue obispo de Beirut
Fr. Severino González, misionero  valenciano en China y Perú
Fr. Gabriel Alegra, traductor de la Biblia al chino

 

Misionero en China

Rogado varias veces por Monseñor Celestino Ibáñez, obispo y Vicario Apostólico de Yen-an fu (Senshi-China) y aconsejado por su confesor promete ir a China junto con su compañero P. Fabián Castellá Escrivá y es así cómo el día 3 de Setiembre de 1931 embarca en Génova, y pasando por el Canal se Suez y la isla de Ceilán llega al puerto de Hong-Kong el 3 de Octubre de 1931. Surca por Sangai hasta Tienching, por tren hasta Tai-Yuen fu, provincia Sanshi, y luego pasando por el río Amarillo a la provincia del Senshi, Vicariato Apostólico de Ye-an-fu.

Después de once meses de aprendizaje de la lengua y costumbres chinas, Monseñor Celestino me destina de párroco de la parroquia de Lichiapien. Contraje infección de tracoma en la vista y voy a Tienchin para curarme, sin quedar bien; voy al R. P. Doctor Waclar Tsunievick, polaco y gran oftalmólogo y aproveché para aprender durante seis meses. Vuelvo al Vicariato de Yen-anfu, pero ya no se podía trabajar por lo avanzado de la propaganda comunista.

El Excmo. Delegado Apostólico Mons. Zanin ordena salir del Vicariato y envía a trabajar en otros.

Me manda al Vicariato Apostólico de Fesiangfu, de franciscanos chinos, y como profesor al año siguiente a Taiyenfu. Allí contraje tuberculosis pulmonar grave, y Mons. Lucas Capozi me nombra Rector del Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, centro de peregrinaciones de los católicos.

Al mes de mi llegada allí se presenta la avanzada comunista. Les trato bien, y me respetan. Trato a los enfermos y heridos, en especial de los ojos. Desde el Santuario voy a ayudar en el apostolado a las dos parroquias vecinas, para sus fiestas. Así hasta el mes de noviembre de 1953, en que sin decirme el por qué, me llevan maniatado para el «juicio popular» hasta el pueblo católico Hungkoutse.

Me devuelven a la ciudad a primeros de Mayo. Luego me cambian de comida y me piden disculpas por no haberme tratado mejor. Pero la verdadera razón de ese cambio fue que Monseñor Lucas Capozi, mi Obispo, también exprisionero, y ya en Roma, se entrevistó con el Embajador de España, rogándole por medio de la Cruz Roja Internacional suiza, me liberaran. El comunicó esto al Caudillo Franco, quien me inscribió en esta Institución, rogándoles gestionaran mi libertad y así se realizó mi extradición en mayo de 1954. Hong-Kong, Roma, España-Valencia.

 

P. Severino González

Los PP. Severino González y Bernardo Stacchini a su llegada a Hong Kong, después de ser expulsados de China Comunista el 18 de mayo de 1954

Vuelta a la Provincia de Valencia

Nombramientos en la Provincia

Al mes de llegar a Valencia me nombraron Guardián interino de la Casa Provincial, y al año siguiente, Superior de la Casa de Noviciado en Santo Espíritu por tres años.

 

Misionero en Perú

Estando de Guardián de Santo Espíritu del Monte, llegan en mi búsqueda Mons. Luis Arroyo acompañado del P. Provincial de Valencia, José Arnau. Monseñor me saluda afectuosamente diciendo que venía por mí. Yo le respondí que no tenía el honor de conocerle. Ya en el recibidor me explica su deseo e invitación que vaya de misionero a su Vicariato Apostólico de Requena, en el río Ucayali, de la selva peruana. Yo respondí que aquella había sido mi vocación primera, pero que en Roma me destinaron por obediencia a la China y que, según noticias del Secretario General de Misiones yo debería partir pronto para Japón. Yo era hijo de la santa obediencia e iría a donde dispusieran los Superiores.

El P. Provincial dijo que… bien. Así que me llegó la obediencia para ir al Perú, junto con los jóvenes sacerdotes José R. Palací, Jesús Carballo y Rafael Jover.

Preparada toda la documentación nos embarcamos en el puerto de Barcelona junto con siete seminaristas franciscanos de Anguciana por el 29-30 de Octubre de 1958, en el barco trasatlántico «Américo Vespucio», y con una feliz travesía llegamos al puerto del Callao el 19 de Noviembre de 1958. El mismo día pasamos al Convento de los Descalzos (Lima). Luego visitamos Ocopa, San Ramón, La Merced y a fines de Dciembre, en avión, salimos para Pucallpa-Ucayali, y hacia Requena.

Llega a Perú

Pasados unos días allí, El P. Superior Regular Fr. Juan Santamaría me mandó ir a Contamana para acompañar al P. José A. De Obieta; pero llega a Requena Monseñor Luis Arroyo y al ver que yo no estoy allí, por carta me ordena volver de inmediato y me encarga dirigir los Ejercicios Espirituales a la comunidad de Misioneras de María. Después voy a Flor de Punga a suplir al P. Mariano Gagnon en su ausencia. Pasada la fiesta de la Inmaculada, regreso a Requena y Monseñor me nombra párroco de Requena y de su jurisdicción. El día 2 de mayo de 1960 fui nombrado Director de la obra de las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas del Vicariato.

Distintos destinos y encargos

A principios de 1961 voy a suplir en Contamana al P. José de Obieta hasta el 1963, y de allí nombrado párroco de la misión de Flor de Punga y sus 45 caseríos hasta el año 1966. El día 9 de Agosto de 1963, teniendo Monseñor Arroyo que asistir al Concilio Vaticano II, me nombra su Vicario Delegado durante su ausencia.

El día 6 de Julio de 1964 recibí el nombramiento de Vicario Delegado del Vicariato Apostólico. En febrero de 1966 fui nombrado párroco de Contamana, donde llegué el día 2 de mayo de 1966.

El día 12 de enero de 1971 fui nombrado por Mons. Luis Arroyo pro-Vicario del Vicariato Apostólico de Requena y el día 3 de Marzo de 1973, otro nombramiento para el mismo cargo.

Nuevo obispo en el Vicariato de Requena

Por este tiempo Monseñor Luis Arroyo ya se retira definitivamente. Monseñor Odorico Sáiz Pérez es elegido y consagrado Obispo y Vicario Apostólico de Requena. Yo propuso: «nova sint omnia» y es elegido casi por unanimidad como nuevo Vicario Delegado y Provicario el P. Jesús Carballo Fernández, ya que hay necesidad de nuevos métodos en la Pastoral, sobre todo rural.

Mi trabajo personal sería ayudar al párroco de Contamana y de atención a los enfermos. Y así he seguido hasta el presente Diciembre…

Hasta aquí las confesiones del P. Severino, sobre su trayectoria misionera, pero no narra muchas situaciones y dificultades donde verdaderamente se encarna el espíritu franciscano y misionero porque su gran dolor era ver cómo sus fieles eran obligados a declarar contra él en el juicio popular; ya que los comunistas, tras haberse servido de sus conocimientos médicos y ayuda durante trece años, lo juzgan y encarcelan basándose en declaraciones falsas o sacadas a la fuerza de aquellos a quienes el P. Severino ofreció su vida y hacia los que guardaba un gran amor. Como gran amor manifestó en los últimos 20 años de su permanencia en Contamana en sus diversos trabajos pastorales y sobre todo en las muchas atenciones a los enfermos.

 

Testimonio del P. José Mª Calvo

P. José Mª CalvoEl P. José María Calvo, quien vivió con él muchos años en Contamana y escribiendo con motivo de la entrega de la medalla «Pro Ecclesia et Pontifice» que se le entregó por su labor misionera el 14 de Enero de 1989 dice:

«Y en Contamana será su más larga permanencia, a partir del 2 de Mayo de 1966. Durante sus largos años en esa misión puedo asegurar que el P. Severino ha sido, con las naturales deficiencias de todo ser humano, un hombre, un franciscano y un sacerdote misionero ejemplar. Fiel a Dios, a la Iglesia y a los hombres concretos.

Fiel al Señor que le llamó. Fidelidad cumplida puntualmente en sus obligaciones. Jamás creyó que su cansancio fuera tan grande como para exonerarle del rezo de las Horas litúrgicas. Ni que sus ocupaciones pudieran impedirle la oración mental. Su fidelidad a Dios y su unión a él por la oración se convirtieron en verdadero testimonio evangelizador. Fidelidad que manifestaba en el cariño para preparar la Liturgia y el gozo con el que participaba en las fiestas del Señor, de María Santísima o del Seráfico padre u otros santos. Participación que iba desde la limpieza de la iglesia, ornato del altar y piadosa celebración del culto divino.

Fue fiel a la Iglesia que le envió y un fiel transmisor del Evangelio. Hombre inquieto y estudioso, decía que le gustaría ver llegar a plenitud los logros del Vaticano II. Aficionado al estudio bíblico, estaba al corriente de los adelantos escriturísticos y de las modernas teorías al respecto, mas nunca se dejó deslumbrar ni se apartó de las normas de la Iglesia a la cual era fiel en todo, cumpliendo con ello: no predicarse a sí mismo ni sus teorías, sino la Palabra que la Iglesia le había confiado.

Su fidelidad al hombre es trasunto de aquellas. Se entregó fielmente al servicio del hombre con un apostolado efectivo. Su testimonio hizo que todos quisieran al P. Severino, que los shipibos buscasen confiados al «P. Sibilino», los ribereños al taita «Shebeco».

Su evangelización ha sido de un gran respeto al hombre amazónico y su cultura… El campo que destacó de forma especialísima ha sido el de la atención a los enfermos y a los indígenas. Cuando un enfermo llamaba fuera de horario al hospital y era rechazado, siempre le quedaba el recurso de ir al P. Severino, para el único que no había horario de descanso o comida… Fui testigo de acertados diagnósticos y prodigiosas curaciones de enfermos que habían sido desahuciados en el hospital. La gente lo consideraba el mejor médico. A veces enmendando recetas facultativas, salvó la vida de más de una persona. Se recurría al P. Severino cuando ya habían fallado recursos, médicos y curanderos. Aunque mal paciente, lo fui del P. Severino; sé de su pericia y caridad.

Por ello, doy gracias a Dios y me uno a cuantos se alegran con esta distinción, ya que tuve el honor de acompañar durante veinte años a un hombre ejemplar por su:

Fidelidad al Señor que lo llamó
Fidelidad a la Iglesia que le envió, y
Fidelidad al hombre al que sirvió con entrega sin límites».

El P. Severino González y el P. José María Calvo

El P. Severino González y el P. José María Calvo en la misión de Contamana (Perú). La foto está hecha en 1983, días antes de su separación. Vivieron juntos 18 años

El P. Severino, al salir de Contamana pasó los dos últimos años de su vida en el Convento de Santo Espíritu del Monte falleciendo el 23 de julio de 1989

Fr. Lorenzo García Alonso OFM
Requena –Octubre-Noviembre 2009