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Fr. Nicolás (Salvador) Giner Gomis, ofm
Su nombre de pila era Salvador. Al emitir su profesión religiosa tomó el nombre de Nicolás
Nacimiento y familia
En el mundo se llamó Salvador. Nació en Tortosa (Tarragona), el 3 de octubre de 1876, hijo de Joaquín Giner y Salvadora Gomis Vila [1]. Era hermano de la Beata María Patrocinio de San Juan, religiosa Claretiana, mártir. Y que Fr. Salvador murió víctima de la lepra en el Sanatorio-Colona «Baldomero Sommer» de Buenos Aires (Argentina), el 30 de septiembre de 1949.
«De él se puede decir —y su biógrafo lo decía con profunda emoción y nunca sin lágrimas—, que era miembro de una «familia que alcanzó a Cristo», por las poco comunes vidas y virtudes cristianas de sus padres y de sus hermanos. De sus padres, el P. Giner evocaba —nunca sin lágrimas de piedad filial—cómo observaban y hacían observar a sus hijos, domésticos y subalternos de sus bastantes amplios y ricos predios hortelanos, los mandamientos de Dios y de la Iglesia; cómo en el hogar se bendecía la mesa y se daba gracias al levantarse de ella […].
De sus cinco hermanas, cuatro fueron religiosas, la mayor de las cuales murió en opinión de santidad, dos de las otras murieron verdaderas mártires de Dios y de la Religión, por cuyo odio fueron —a pesar de su edad rayana en 70 años—, bárbaramente fusiladas y ahorcadas sobre una zanja por la furia antirreligiosa de la España «roja», el 14 de noviembre de 1936, en las afueras de Simat de Valldigna, juntamente con veinticuatro compañeros de martirio, por el único delito de ser religiosas.
Su único hermano varón dueño y gerente de la conocida firma comercial «Giner», importadora de frutas, en París, donde se estableció desde joven, formó hogar y fue reconocido, tanto él como su familia, como modelos de vida, virtudes y acción católicas, lo mismo que su única hermana secular y su familia en España.
Ingresa en la Orden franciscana en Benisa
[…] Desde muy niño, Salvador manifestó su vocación al estado religioso; vocación —como él decía—, esmeradamente cultivada y fomentada por sus padres, quienes ansiaban y pedían a Dios el singular honor de que, al menos uno de sus hijos, fuese sacerdote misionero.
A los catorce años, Salvador ingresó en el Colegio Seráfico de la provincia Franciscana de Valencia, que era Benisa. A poco más de un año de colegial tuvo que retornar a la casa paterna por prescripción médica, por habérsele manifestado una seria afección cardíaca, de cuya completa curación los médicos daban esperanzas a largo plazo. Pero Dios tenía escogido al niño Salvador Giner para ministro y misionero suyo.
En los Descalzos de Lima
[…] A los 17 años de edad solicitó y obtuvo ser aceptado como novicio en el famoso por la austeridad, vida y apostolado, convento de los «Descalzos» de Lima, en el Perú, donde, al vestir el santo hábito, adoptó el nombre de Nicolás en honor y devoción de su paisano y hermano de hábito Beato Nicolás Factor, hizo el noviciado, emitió la profesión de los votos religiosos, cursó los estudios sacerdotales y fue ordenado de sacerdote por el Delegado Apostólico Mons. Alejandro Bavona, el 19 de marzo de 1905.
[…] El espíritu y vida de observancia regular y solidez de virtudes del P. Giner, sus dotes de prudencia y autoridad moral eran ya conocidos hasta en la Reverendísima Curia Generalicia de Roma, aún antes de que fuese ordenado sacerdote, en tal grado que, muy joven aún y a poco de su ordenación sacerdotal, el Rvdmo. Padre Ministro General de la Orden directamente le designó y nombró director y maestro de aspirantes, novicios y coristas de la provincia franciscana de Colombia con residencia en su convento de noviciado y coristado de la ciudad de Cali, donde lo recuerdan con gratitud y amor los que tuvieron la suerte de ser sus condiscípulos o hijos espirituales.
Cumplida esta misión tan delicada y trascendental en toda institución religiosa, y aún durante ella, el Padre Giner conmovió la capital y provincia de Cali con su elocuente, fogosa y fervorosa palabra y acción de apóstol y con sus edificantes ejemplos, durante los dieciséis años que allí permaneció.
[…] Con gran sentimiento de autoridades eclesiásticas y civiles, clero secular y regular, fieles y sociedad toda, después de 16 años de apostolado en Colombia regresó a su convento de los «Descalzos» de Lima, donde solicitó de sus superiores ser destinado a las misiones del Vicariato Apostólico de Ucayali, a cargo de la misma provincia religiosa de San Francisco Solano del Perú.
[…] Cuando se hallaba, con su habitual entusiasmo, proyectando iniciar nuevas y grandiosas obras, largamente soñadas y acariciadas, de la construcción de nuevo templo y casa misionales, para lo que había preparado planos y acumulado considerable, valioso material, se sintió afectado del terrible mal de la LEPRA en su forma clínica más dolorosa, neural-peromatosa. Cuando le intimaron el diagnóstico, besó bañando con sus lágrimas, su mano afectada y su santo hábito, exclamando: «Loado sea Dios. Gracias, Dios mío». El P. Giner estaba leproso.
[…] Apenas conocido el diagnóstico médico y la certeza y naturaleza de su enfermedad, solicitó y obtuvo, gracias a la conocida, amplia y humanitaria generosidad ante el dolor de las autoridades sanitarias de la Argentina, ser internado en el Sanatorio-Colonia «Baldomero Sommer» (entonces «Buenos Aires»), a donde llegó el 28 de octubre de 1944 …
[…] Cuando se convenció de que su enfermedad era la última, me pidió que, si moría en el Sanatorio-Colonia como así creía que sucedería, y pronto, sepultara su cuerpo en el cementerio de la misma, conforme a la pobreza y modestia franciscana, sin gastos ni pompas humanas. Lo que se cumplió piadosa y solemnemente. Su cadáver estuvo expuesto a la vista, durante dos noches y un día, y fue visitado y sufragado, además de los internados, por varios religiosos franciscanos, entre ellos los Padres Provincial, Guardián de San Antonio de Padua, siendo oficiados su funeral y sepelio por los padres, coristas y Schola Cantorum del mismo convento»[2]…
DOCUMENTO I
«En la Ciudad de Tortosa a las dies de la mañana del día cinco de Setiembre de mil ochocientos setenta y seis. Ante D. Antonio Mª. Queralt, Abogado Juez Municipal Suplente, y D. Fabián Serrano, Secretario, comparece María Pitart, natural y vecina de esta Ciudad, término municipal y partido Judicial de la misma, Provincia de Tarragona, mayor de edad, casada, domiciliada en la Calle Plaza del Hospital, presentando con objeto de que se le inscriba en el registro Civil un niño y al efecto como encargada declaró.
Que dicho niño nació en el domicilio de sus Padres el día tres del actual á las cuatro de la mañana.
Que es hijo legitimo de Joaquín Giner y Salvadora Gomis, naturales de Carcagente, término municipal del mismo, Provincia de Valencia, domiciliados en esta Ciudad, calle de la Lonja.
Que es nieto por línea Paterna de José Giner, y Eleuteria Talens. Y por la línea materna de Vicente Gomis y Josefa Vila, todos naturales y vecinos de Carcagente.
Y que al expresado niño se le ha puesto por nombre Salvador Francisco José.
Fueron testigos presénciales José Fabregat y Bernardo Bosch, mayores de edad, casados, y de esta naturaleza y domicilio.
Leída la presente acta á los que deben suscribirla, se estampó en el ella el sello del Juzgado firmándola el Sor. Juez los testigos y por la declarante á su ruego Ramón Feito de esta vecindad, de que certifico.- Antonio Mª. Queralt == José Fabregat == Ramón Feito == Bernardo Bosch == Fabián Serrano, Srio.»[3].
DOCUMENTO II
«Para Coro.- Nº 22. Hoy día 23 de febrero de 1896, a las 8 y media de la mañana, reunida la Venerable Comunidad en el Coro a toque de campana, precedido de examen y de las informaciones debidas a tenor de nuestra leyes, y con aprobación del Venerable Discretorio, han tomado el hábito de nuestro Padre San Francisco para el año de probación los individuos siguientes:
5. Sr. D. Salvador Giner, natural de Tortosa, hijo legítimo de Joaquín Giner y Salvadora Gomis, nacido el 3 de octubre de 1876.
Y para que conste, lo firmaron el R. P. Guardián, el V. Discretorio, El P. Maestro de Novicios y los mismos novicios, fecha ut supra.- Fr. Miguel Ferriol, Guardián == Fr. Juan Mª Ferrer, Discreto y Maestro de Novicios == Fr. Antonio Baroja, Discreto == Fr. Leonardo Cortés, Ex-Definidor General == Fr. Bernardino González, Discreto == Fr. Antonio Ozámiz, Discreto == Fr. Salvador Giner Gomis»[4].
DOCUMENTO III
«Nº 49. En este Colegio de Nuestra Señora de los Ángeles de Lima, hoy día 25 de febrero de 1897, reunida la Comunidad en el Coro a toque de campana, después de la Misa Conventual, terminado ya el año de noviciado y a tenor de las disposiciones de Pío IX y Estatutos de la Orden, hicieron profesión de votos simples de Nuestra Seráfica Regla e Instituto, en manos del R. P. Guardián Fr. Juan M. Ferrer, los novicios siguientes:
Para Coro: Fr. José Simó y Badía, que cambió su nombre con el de Leopoldo; Fr. Juan Gasía, que cambió en Teófilo; Fr. Gregorio Echanojáuregui (no cambió); Fr. Salvador Giner, que cambió por el de Nicolás de Jesús María; Fr. Manuel Lloverola, que cambió por el de Juan José; Fr. Antonio Serrano; Fr. Marcelona Arana, que cambió por el de Ignacio; Fr. Leonardo Peña, que cambió por el de Lorenzo […].
Todos los cuales habían tomado el santo hábito el día 23 de febrero de 1896, como consta en la partida Nº 22 de Vesticiones.- Fr. Juan Mª. Ferrer, Guardián == Fr. Leonardo Cortes, Ex-Definidor General == Fr. José Vidal, Discreto == Fr. Miguel Ferriol, Discreto == Fr. Buenaventura Inchaurbe, Maestro de Novicios == Fr. Antonio Ozámiz, Discreto y Secretario» [5].
DOCUMENTO IV
R. P. Fr. NICOLÁS GINER GOMIS, O.F.M. (1876-1949)
+ 30 de septiembre[6]
(Carta Pastoral del dignísimo Vicario Apostólico del Ucayali, Mons. Fr. Buenaventura León de Uriarte, fechada el 3 de noviembre [de 1949] en la Inmaculada Concepción de Pucallpa, rubricada por el Pro-Secretario, P. Fr. Isidro Salvador Gutiérrez, O.F.M., dirigida a los Misioneros y Misioneras, fieles e infieles del Ucayali).
El día 3 del octubre del presente año 1949, día de Santa Teresita, Patrona de las Misiones, volaba al cielo, en el Leprocomio «General Rodríguez», distante unos setenta kilómetros al oeste de Buenos Aires, en la Argentina, a la vista de Ntra. Sra. de Luján, gloriosa y amada Patrona de la República del Río de la Plata, nuestro amado, probado y santo hermano misionero, Rvdo. P. Fr. NICOLÁS SALVADOR GINER GOMIS, que trabajara incansablemente, durante más de veinte años, en este su amado Vicariato, en su queridísima e inolvidable Misión de San Francisco de Requena.
I.- Su Patria: España. Nació nuestro Misionero el día 2 de octubre de 1876, en el cristiano hogar de Dn. Joaquín Giner y Dña. Salvadora Gomis, en Tortosa de la industrial Cataluña, en España. Pasó sus primeros años y juventud por tierras de Valencia. De ambas regiones tuvo las características, pues fue industrioso y trabajador, como una máquina catalana, y risueño y provisor, como la huerta valenciana. Tuvo el talento práctico y activo del catalán, y el poético y artístico del valenciano; todo ello americanizado, por haber vivido casi toda su vida en América, a donde llegó en plena juventud, atraído por el ideal misionero, el ideal de toda su vida.
II.- En el Perú. A los 20 años, no cumplidos, vistió el hábito franciscano en el austero y famoso Convento de N. Sra. de los Ángeles de Lima, en ese entonces Colegio de Propaganda Fide. Desde el primer momento dio pruebas de que había de ser un religioso observante, austero, obediente, mortificado, pobre y casto, como lo fue toda su vida.
Concluidos sus estudios eclesiásticos con notable aprovechamiento intelectual y exquisita preparación espiritual, fue ordenado de sacerdote en los «Descalzos» de Lima, el 18 de marzo de 1905, entregándose inmediatamente al ministerio de las almas con el entusiasmo y celo apostólico que le distinguieron hasta su muerte.
III.- En Colombia. En atención a sus excepcionales cualidades de virtud, ciencia y celo, fue destinado poco después a Colombia, para la restauración de la S. Provincia Franciscana de Santa Fe de Bogotá, en donde residió durante catorce años, dando pruebas evidentes de que no se habían equivocado los Superiores al escogerle para labor tan ardua, difícil y penosa como es la regular observancia y florecimiento, en número y calidad, de una Provincia.
Fue Rector del Colegio Seráfico, Maestro de Novicios, Maestro de Coristas, Profesor, Director espiritual, trabajando así y desempeñando con aplauso los cargos todos en los que radica la verdadera formación de la juventud franciscana, base de toda restauración. Los muchos alumnos formados por el P. Giner y el estado floreciente de la Provincia Franciscana de Colombia publican, muy a las claras, la hermosa y provechosa labor cumplida por el celoso y santo restaurador.
Los momentos que le dejaban libres sus labores educacionales dedicábalos al apostolado, a las misiones, que era lo que más le atraía, por su temperamento activo y celoso. Buen orador, era incansable en el púlpito, recogiendo el fruto copioso en el confesionario. Muchas Comunidades Religiosas disfrutaron también, durante muchos años, de su sabia y acertada dirección. Además fue muy solicitado por los Sres. Obispos y diversas ciudades y pueblos para misionar, y en donde dejó imborrable recuerdo de su labor santa y fecunda.
En Requena
IV.- De nuevo en Perú. Durante la estadía del P. Giner en Colombia, nunca olvidó el Perú, en donde se había consagrado al Señor y en donde se había formado en el ideal misionero al lado de los grandes Misioneros: Padres Masiá, Cortés, González, Arbós, Esteban Pérez y otros muchos, y, cumplida su misión, al Perú regresó, atraído por el espíritu misionero que se había apoderado de su alma; y así, apenas llegado, pidió y obtuvo la santa Obediencia para pasar a las Misiones, a la Montaña y a la de San Francisco de Requena, insignificante entonces y a punto de perderse y que él, con otros Misioneros, la ha convertido en la primera Misión del Vicariato del Ucayali.
V.- El hombre de acción. Hay hombres que nacen para la acción. Uno de ellos fue el Padre Nicolás Giner: trabajador infatigable e inteligente, fue su vida una obra indeficiente; doquiera actuaba dejaba, muy pronto, muy impresa la huella de su personalidad, de su esfuerzo, de su talento, de su acción.
Testimonio el más elocuente de lo que afirmamos es Requena. Fundada en 1904 por el benemérito P. Fr. Agustín López; debido a su esfuerzo, a su tesón y a los muchos beneficios que lleva consigo la Misión franciscana, fue creciendo, desarrollándose, y de caserío minúsculo se convirtió en pueblecito. Así las cosas, llegó el P. Giner a fines de 1921 y empezó su obra. Proporcionó a Requena cuantos adelantos culturales podían darse a esa población; elevó las Escuelas elementales a Centros Escolares; construyó magníficos y espaciosos locales escolares; consiguió la creación de la Escuela Normal para varones; dotó a Requena de Escuelas Industriales, de imprenta, de luz eléctrica, de ladrillera a petróleo, de cine mudo y de muchas otras cosas que sería largo enumerar.
Durante los veintidós años que permaneció en Requena, elevó a este pueblo a la Atenas del Ucayali, al centro primero de educación.
Cuantos adelantos eran posibles los buscaba para su amada Requena, y los poderes públicos y los elementos sociales principales de la Capital quedaban subyugados por su entusiasmo, por la magia de su barba blanca, por la venerabilidad de su cabeza plateada.
Flaco, ágil, vivo, inquieto, de mirada vivaz y penetrante, de movilidad de ardilla, de inteligencia múltiple y penetrante, consumió su existencia en aras de su acendrado amor a esta tierra, a la que hizo más que su segunda patria, su adorada y queridísima patria.
Fue médico y farmacéutico; centenares, miles de enfermos de Requena se han aliviado con su pericia, con su caridad constante y laboriosa; diariamente, después de tomar el desayuno, vestido del clásico mandil blanco, proporcionaba asistencia médica gratuita y medicinas a varias docenas de personas pobres.
Misionero de verdad, celoso del bien espiritual de su feligresía, trabajaba eficazmente para levantar el nivel moral cristiano de Requena y, en buena parte, lo consiguió.
Trabajó incansablemente. Fue celoso y piadoso religioso. Excelente educador. Buen orador. Deja un regular número de alumnos por él educados. Deja miles de personas que recibieron su instrucción primaria bajo su dirección. Deja un pueblo que él puso en marcha de verdadero progreso; deja centros de formación; deja afecto por esta tierra, en la que consumió muy buena parte de sus mejores años y de sus mejores energías (Boletín Parroquial de Pucallpa, nº 128, año V, 23 de octubre de 1949).
Enfermo de Lepra
VI.- Camino del dolor y de la gloria. En medio de su febril actividad misionera y, quien sabe a consecuencia de la misma, hace cinco años se sintió el P. Giner con su organismo minado por la enfermedad de la lepra. Debido a gestiones y posibilidades de su distinguida familia, y con la autorización de los Superiores, fue enviado a Buenos Aires en busca de salud; pero otros eran los planes de Dios. Quería que en este mundo pasase su purgatorio el buen P. Giner, aunque endulzado por esos ángeles que allí encontró: Uno, vestido de franciscano y con pectoral al pecho, Mons. Aspe (quien, aún dado ya de alta, no quiso separarse del lado del P. Giner); otro, de franciscano también, el P. Joaquín Prochaska, idolatrado Capellán del Sanatorio «General Rodríguez», y muchos otros… las abnegadas y fervorosas Religiosas Franciscanas Misioneras de María, que dirigen el citado leprosorio y que se desvivieron por el P. Giner. Que Dios pague a tan franciscanos y heroicos bienhechores con su gracia, su amor y su gloria inmensa e inmortal.
VII.- Una víctima propiciatoria. Dicho se está que el P. Giner, de familia y por educación, tenía la sensibilidad levantina; por lo cual tenía fiel eco de su alma delicada, finísima y heroica, las desgracias y miserias del mundo pecador. Conmovido, pues, ante la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial, tuvo el gesto generoso de ofrecerse por víctima propiciatoria por la paz del mundo. El Señor oyó su heroico ofrecimiento y le ofreció algo tal vez más doloroso que la misma muerte: la lepra, que durante cinco años le consumió lentamente entre indecibles sufrimientos y generosos actos de resignación a la voluntad de Dios, siempre buena y adorable para sus hijos queridos. Al poco tiempo de ser recluido por su enfermedad en el Sanatorio el P. Giner, sonó la hora de la paz para el mundo y él siguió en su sacrificio hasta el fin…
Su muerte
VIII.- Su muerte dichosa. Hace un año, en ocasión solemne, le vimos tendido en el lecho del dolor, con la paz y la serenidad del justo, edificando a todos con su resignación y buenos consejos. No creíamos en ese entonces, en que el sucesor del P. S. Francisco, el Rvdmo. P. Ministro General de la Orden Franciscana, Fr. Francisco M. Perantoni, le daba la bendición seráfica, que se prolongaría hasta su martirio. Ha sido un año largo y doloroso, en que el dolor y la enfermedad le purificaron, para presentarse limpio ante el Señor el día de Santa Teresita del Niño Jesús, a la que tanto amó e hizo amar en su Misión de Requena. Voló al cielo su preciosa alma a recibir la corona de justicia con que el buen Dios quería premiar a su siervo fiel. Contaba el varón de Dios setenta y tres años y un día cuando era invitado y llevado a tomar parte gozosa en el cielo, la víspera de S. P. San Francisco.
IX.- Su ejemplo. Para todos los Misioneros fue el P. Giner un ejemplo por su entera dedicación a la obra misional, por su espíritu religioso en medio de sus múltiples actividades ministeriales y materiales; por su total conformidad a la voluntad de Dios en medio de las persecuciones y enfermedades y por su heroísmo en sacrificarse por Dios y por las almas; por la conservación de ese equilibrio, tan difícil en la práctica, de santificar y santificarse, que debe guardar todo Misionero de Cristo, durante toda su vida; por la austeridad y gravedad religiosa de que revestía todos sus actos; en una palabra, por haber sido un verdadero religioso, un verdadero sacerdote y un verdadero misionero en todos sus actos.
X.- El P. Giner y su Misión de Requena. Decimos SU MISIÓN de Requena, porque durante los 22 años que allí trabajó incansablemente no tuvo otro ideal, ni otra ilusión que su amada Misión, a la que se había consagrado con alma, vida y corazón. Hemos dicho que la floreciente Misión de Requena casi todo se lo debe al P. Giner, y no sólo por lo que en ella trabajó, sino, sobre todo, por lo que en ella sufrió, ya por la incomprensión, ya por la hostilidad de más de uno, y también por la hipersensibilidad de su temperamento, que le hacía sufrir enormemente al no poder llevar a feliz término, en bien de su amada Misión, los mil proyectos que bullían en su cerebro catalán práctico y de valenciano exaltado y que anhelaba su alma quemada de incontenible celo misionero. Después, el tajo duro de la enfermedad y de la impostergable separación, y el lento martirio… que supo ofrecerlo particularmente por el Vicariato del Ucayali y la Misión de sus amores, como nos lo escribió más de una vez.
«Yo no sé lo que será Requena –nos decía en cierta ocasión Mons. Aspe–, pero por lo que oigo al P. Giner y por lo que se acuerda constantemente de esa Misión, debe ser algo muy grande y bueno».
Efectivamente, para el P. Giner la Misión de Requena era lo más grande y lo mejor de este mundo, porque era el índice de la obra más grande y mejor que con tanto esfuerzo y sacrificio y tiempo y tal cúmulo de dificultades había llevado a cabo, era Requena el florecer y perdurar de su vida sacerdotal, misionera, y de apostolado en el tiempo y en el corazón de la Selva del Perú.
Los Superiores supieron apreciar sus excepcionales cualidades. Fue Párroco durante toda su estadía; su Superior, casi siempre, y Consejero del Vicario Apostólico hasta su muerte.
El Gobierno Peruano aquilató sus méritos, le condecoró varias veces con la Orden del Sol y le ayudó en sus muchas y benéficas obras.
Y en la efemérides gloriosa del Primer Congreso Nacional de Terciarios Franciscanos de 1945, el tantas veces Senador por Loreto, ex Ministro de Educación y de otras carteras, el insigne general peruano Dn. Ernesto Montagne, después de describir con resplandores de gloria la gesta de los Misioneros y Misión Franciscana en el Oriente y saludar efusivamente a cada uno de sus cofines, tuvo estas palabras, que no puedo menos de transcribir:
«Va también hasta Buenos Aires –Capital Argentina– donde está actualmente UNO DE LOS PARA MÍ MÁS CAROS MISIONEROS FRANCISCANOS, virtuoso y luchador soldado del Vicariato Apostólico de San Francisco Solano del Ucayali, a quien tanto debe la floreciente ciudad de Requena, capital de la Provincia del mismo nombre. Y, por si me estás escuchando, te envío un fraternal abrazo». El saludo fraternal era para el P. Giner. Los restos de este campeón, por ahora, no descansarán al lado del fundador del pueblo y compañero de fatigas y vela por su Misión y las Misiones del Vicariato.
¡Gloria y honor a este CAMPEÓN de Cristo, la Fe y la Cultura en el oriente del Perú! R.I.P.
Mons. Fr. Buenaventura L. de Uriarte, O.F.M.
Obispo de Madaura y Vicario Apostólico
de San Francisco Solano del Ucayali
[1] Archivo de la parroquia del Santo Cristo, Catedral de Tortosa: Quinque Libri. Llibre de Bateigs, tom 30, fol. 296 v., part. 311;
«Miércoles, día cuatro de octubre de mil ochocientos setenta y seis. En la Sta. Iglesia Catedral de Tortosa, provincia de Tarragona. Yo el infr. Pbro. Coadjutor de la misma bauticé solemnemente a Salvador-Fco.-José, hijo legítimo de los consortes D. Joaquín Giner, empleado, y Dª. Salvadora Gomis. Abuelos paternos D. José y Dª. Teodora Talens, maternos D. Vicente y Dª. Josefa Vila, todos naturales de Carcagente. Nació el día anterior a las cuatro de la mañana, en la Calle de la Lonja. Padrinos fueron Francisco Roig y Huguet, y María-Josefa Giner y Gomis, a quienes advertí el parentesco y obligaciones.- José Roca, Pbro. rubricado».
Per a la biografia d’aquest podeu veure: F. FOGUÉS JUAN: Historia de Carcagente…, Op. c., 1934, pàg. 243. La Voz de San Antonio, febrer 1951, pàg. 39. E. SOLERIESTRUCH: «Noticia de un misionero carcagentino», dins Carcagente. Feria y Fiestas 1967, Ajuntament, Imp. Torres, s. pàg. ANÒNIM: Amar es darse … María Patrocinio Giner Gomis, mártir Claretiana, 2001.
[2] E. OLTRA PERALES y R. JOVER GONZÁLEZ: Vida de fray Salvador N. Giner, de Carcagente, apóstol de Requena, Perú», Ed. Tercera Orden Franciscana Seglar de Carcaixent, València: Imp. Nàcher, 1988. Entorn a la data del seu naixement, tenim que advertir que la partida aportada per fra Enrique Oltra es tracta d’un germà homònim de fra Salvador Giner que morí infant (Vegeu AHPAC: Quinque Libri. Llibre de Bateigs 1865-1868, sig. 1.34.0., fol. 424, part. 145). De tota manera el naixement del pare Giner a Tortosa, fou circumstàncial degut al càrrec que ocupà el seu pare a l’estació de la Sociedad de los Ferrocarriles de Almansa a Valencia y Tarragona (A.V.T.), durant uns anys. Després tornaren a Carcaixent. La seua germana Maria Assumpció ja nasqué a Carcaixent el 1883.
[3] REGISTRO CIVIL DE TORTOSA, Secc. 1ª., tom 24, pàg. 187, acta 765.
[4] ARCHIVO DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES DE LIMA (PERÚ), Libro Segundo de Vesticiones y Profesiones 1856-1901, fol. 13 i ss.
[5] ARCHIVO DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES DE LIMA (PERÚ), Libro Segundo de Vesticiones y Profesiones 1856-1901, fol. 21 i ss.
[6] «Si bien en la presente necrología que Mons. Buenaventura Uriarte escribe del finado y benemérito P. Nicolás Giner aparece como fecha de su muerte el 3 de octubre, juzgamos necesario hacer la siguiente aclaración: A raíz del fallecimiento del mencionado Padre, Mons. Aspe escribió una «Reseña histórica» de tan destacado misionero. En ella dice en las páginas 3 y 5 que el P. Giner murió en el Sanatorio Colonia «Baldomero Sommer» el 30 de septiembre de 1949. Creemos que este dato no admite duda alguna, ya que Mons. Fr. Tomás Aspe –obispo franciscano– ha sido compañero del P. Giner en el leprocomio desde que éste fue internado allí el 26 de octubre de 1944 y le asistió hasta el mismo momento de su santa muerte».
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