Vicariato de Requena
El Papa Pío XII, con la Bula «Cum petierit», el 2 de marzo de 1956, desmembrando del antiguo Vicariato del Ucayali, dando origen a los vicariatos de San Ramón, el de Pucallpa y el de Requena.

Los vicariatos de San Ramón y Requena fueron confiados a la provincia franciscana de San Francisco Solano que atendía esas misiones desde principios de siglo.

Geografía física
El Vicariato de Requena tiene una extensión de unos 82.000 Km2. comprende dos de las 7 Provincias que tiene el Departamento de Loreto; las provincia de Requena, capital Requena, y del Ucayali, capital Contamana, con todos sus Distritos y pueblos. Los siguientes datos tomados del Instituto Nacional de Estadística sirven para hacernos una idea del lugar geográfico.

La provincia de REQUENA, creada por ley 9815 del 02 de Julio de 1943, tiene una extensión de 52.553,20 Km2 y una población aproximada de unos 72.000 habitantes, 11 distritos, 194 centros poblados. Forma parte de 7 cuencas de ríos: Ucayali, Tapiche, Puinahua, Blanco, Yavari, Guanache y Maquía siendo aproximadamente el 85% del territorio inundable.

 

DISTRITO CAPITAL EXTENSIÓN HABITANTES
REQUENA Requena
3.899,98
25.850
ALTO TAPICHE Santa Elena
11.759,01
2.279
CAPELO Flor de Punga
824,45
4.853
EMILIO SAN MARTIN Tamanco
4.665,96
7.776
MAQUIA San Roque
4.157,51
9.183
PUINAHUA Bretaña
6.423,31
5.929
SAPUENA Bagazán
3.848,27
5.830
SOPLIN Curinga
3.901,64
645
TAPICHE Iberia
3.230,35
1.030
YAQUERANA Colonia Angamos
8.334,86
3.850
JENARO HERRERA Jenaro Herrera
1.507,96
6.052

 

La provincia de UCAYALI, creada el 13 de octubre de 1900, tiene una extensión de 30.248,10 kilómetros cuadrados y una población de aproximadamente unos 65.000 habitantes, 6 distritos y más de 180 centros poblados. Ríos importantes, sobre todo citados por los misioneros, son entre otros: el Pisqui, Cushabatay o Manoa, Santa Catalina, Sarayacu y por supuesto el Ucayali.

 

DISTRITO  CAPITAL Extensión Habitantes
CONTAMANA Contamana
9.175,63
21.625
PADRE MARQUEZ Tiruntán
5.236,28
9.111
SARAYACU Dos de Mayo
6.272,14
15.803
VARGAS GUERRA Orellana
1.510,92
10.094
PAMPA HERMOSA Pampa Hermosa
7.524,32
4.648
INAHUAYA Inahuaya
528,81
2.270

 

Ambas provincias están atravesadas por el río Ucayali, que sigue la dirección sur-norte en una extensión de aproximadamente unos 800 Kilómetros, desde que el Pisqui desemboca en el Ucayali, hasta que éste último se junta con el Marañón para formar el Amazonas. A su paso por Contamana, se sitúa a una altura de 140 m sobre el nivel del mar y, al llegar a Requena, a 130 m sobre el nivel del mar y la distancia entre ambas ciudades es de unos 680 Kilómetros.

La población
Sabemos lo difícil que es hablar de número de habitantes en esta zona donde los caseríos aparecen y desaparecen y la población no es fija, salvo en los centros más poblados. La actual población del Vicariato, según los datos del último censo, puede girar entre los 140-150.000 habitantes y que salvo los que lo hacen en las dos capitales de provincia y en la capital del distrito, la mayoría se halla diseminada por entre los casi 380 poblados, entre comunidades nativas (24), campesinas y unidades agropecuarias (unas 40) y caseríos (alrededor de 300), situados a ambas márgenes de los ríos Ucayali, Puinahua, Tapiche y otros.
Salvo la población de las capitales de provincia, Contamana y Requena, la mayoría vive en los caseríos situados en la ribera de los ríos, sobre todo del Ucayali. El ribereño actual es una síntesis del conglomerado racial y cultural que creó la explotación del caucho.

Respecto a los grupos nativos actuales de la zona, tan abundantes hace un par de siglos, hoy apenas si tienen importancia y la mayoría ya tiene contacto cultural con la sociedad nacional, integrados en ella y habiendo perdido prácticamente su identidad étnico-cultural, conviviendo, aunque en ocasiones marginados, en la sociedad nacional.
Los cocamas forman el componente racial más importante de la población actual de la ribera del río Ucayali, sobre todo en la zona de Requena. Al hablar de este grupo en la actualidad, Avencio Villarejo, en: «Así es la selva» (ed. 5ª. 2002, p. 125), dice: «Como están mezclados racialmente todos hablan castellano y viven al estilo de los blancos y mestizos, ejercitándose en cualquier tipo de trabajo. No son reconocidos como grupo nativo y por ello no es posible ofrecer cifras demográficas, más o menos ciertas. Según la dirección que se ve están llevando los movimientos de base del campo, es muy posible que en los próximos años se de una recuperación de valores culturales y de identidad de este grupo».
La mayor parte de la población desciende en un alto porcentaje de los cocamas, como lo testimonian apellidos como Arimuya, Cananahuay, Canchabi, Fasabi Ihuaraqui, Irarica, Mananita, Manuyama, Pacaya, Putapaña, Shahuano, Tamani, Tapullima, Shapiama, Venancinio y otros más.
Los Mayorunas, Mayos y Remos, grupos que mantuvieron contacto con la sociedad, que fueron catequizados por los misioneros franciscanos, quienes, a partir de la época del caucho, se internaron a lugares inaccesibles de los ríos Yavari, Tapiche y Blanco. En la década de los años 1960 dieron lugar a algunos incidentes violentos, de los cuales daba noticia «La Voz de Requena». En la actualidad -dice Villarejo- «algunos grupos han emigrado hacia las orillas del Ucayali tomando contactos con poblaciones como Requena, Jenaro Herrera, Bagazán, etc… hasta los últimos años se ha considerado como el pueblo más identificado y resistente a la penetración. Sin embargo en los últimos diez años se dan señales de precipitación del proceso de desintegración (p. 128).
Los Shipibos, Shetebos. Viven alguno de estos grupos en comunidades nativas de la provincia de Ucayali, sobre todo en las cercanías a Contamana. La mayor parte está integrada y en contacto permanente con la sociedad dominante. En la Provincia se encuentran hasta 12 comunidades nativas.

Situación familiar
Respecto a la familia y ambiente familiar en el Vicariato, conviene dar algunos datos, porque el conocimiento de estos datos es fundamental para un buen trabajo pastoral.
Sobre la familia en el Vicariato, hace más de 25 años que Monseñor Víctor de la Peña hizo un estudio y trabajo interesante, sobre todo, con motivo del VII Encuentro Pastoral Vicarial, que tuvo lugar en 1980. Hoy han cambiado bastantes cosas y las siguientes líneas son producto, no de un estudio científico ni sociológico, pero sí de la observación y conocimiento que me ha proporcionado mi estadía de este tiempo en el Vicariato:
En general, la familia de nuestro medio es típicamente patriarcal y, al mismo tiempo profundamente matriarcal. Decimos patriarcal porque en general el hombre es el que domina, impone su ley; es la autoridad y se siente más hombre cuanto más domina a la mujer. Pero, al mismo tiempo, es matriarcal porque la madre es el centro afectivo del hogar, los hijos quedan ligados a la madre mucho más que al padre, entre otras cosas porque éste último se desentiende de los hijos, bien dentro o fuera de una relación de pareja. Es la madre, en la mayoría de los casos, quien carga con toda la responsabilidad de la educación de los hijos. Basta ver el día de la celebración del día de la madre.
En general, el hombre permanece poco tiempo en el hogar y esto no sólo por el trabajo, sino porque el grupo de los amigos predomina sobre los valores del mismo hogar. Probablemente alrededor de una mesa sea un par de días al año cuando se pueda encontrar a la familia junta.
En general, al ser la formación muy deficiente, se da un grado de inmadurez y de inestabilidad muy elevado, siendo uno de los rasgos de inestabilidad familiar y del fácil abandono del hogar la inmadurez psicológica con la que gran parte de los jóvenes llega (al matrimonio) a convivir.
En general, un porcentaje muy elevado comienza a convivir entre los 14 y los 18 años donde la inmadurez psíquica, social, religiosa es causa de las frustraciones y fracasos de la mayoría de ellos, por lo que el promedio de convivencia estable es muy bajo. Además, la sexualidad mal entendida y reducida a lo genital y la falta de una preparación adecuada crea numerosos problemas.
Una realidad que destaca a simple vista es el excesivo número de hijos a los que ni habitacional, ni económica, ni educativamente se les puede atender.
Respecto al aspecto habitacional, gran parte de las casas pareciera como si estuviesen construidas para romper la intimidad familiar; algunas no tienen divisiones; en una misma sala se come o se duerme cuando se está en casa; de manera que el hacinamiento y la promiscuidad son consecuencias de esta deficiencia y que, sin duda, podía evitarse si se invirtiese más en la casa que en otras cosas, como por ejemplo cerveza. El material predominante en la construcción de sus viviendas es la madera para paredes y pisos y el techo es a base de hojas de palmera: shapaja, yarina, irapay.
En general, la realidad educativa de la familia se presenta con grandes rasgos negativos, ello porque la formación es muy deficiente, la mayoría de ellos carecen de formación superior y muchos, apenas si han terminado la educación Secundaria.
La realidad económica de las familias está dentro del marco general de toda la Amazonía: retraso increíble, sobre todo cultural, marco de pobreza, faltan puestos de trabajo, la mayoría de los ingresos proceden del cultivo de la chacra, salvo la de aquellos que tienen un trabajo que proviene de los servicios del estado (educación, salud, municipalidad) del que viven muchos y algunos «del cuento» de decir son funcionarios y ganan sin trabajar. Además se constata que en la gran mayoría de las familias falta una planificación económica. No se distribuye racionalmente lo que se tiene y en ocasiones es en el bar, fiestas o diversiones donde se deja gran parte de la plata y ello hace que se vea con mucha frecuencia niños que desde pequeños estén vendiendo «chucherías» o haciendo otros trabajos mal pagados.
Respecto al ámbito religioso, en general, se constata que la religiosidad se queda muchas veces en el ritualismo sin un compromiso serio ni en su vida matrimonial (son muy pocos los matrimonios casados por la iglesia. Basta verlos en los libros parroquiales, por cada 15 libros de bautismos hay a lo sumo uno de matrimonios registrados). Ciertamente hay también algunos matrimonios en los que se les nota cada vez un compromiso mayor sobre todo si son animadores de la comunidad. Se constata que, en las prácticas religiosas, son más frecuentadas por las mujeres y los niños. Leyendo un artículo me he encontrado con esta frase que tiene relación con lo que venimos diciendo, que me ha gustado y responde a la realidad: «En la Amazonía la mujer es viuda casi todo el día, pero sobre todo en la iglesia, y el hombre lo es en la cantina».
Ciertamente hay que destacar el aspecto de hospitalidad y su gran capacidad de acogida, incluso a personas que nada tienen que ver con la familia e igualmente un creciente despertar de la mujer para hacerse valer como persona y a pesar de que cada vez son más frecuentes los abortos, el gran respeto que se tiene a la vida naciente a pesar del elevado número de hijos y de las circunstancias económicas adversas.
Un párrafo del documento final de Iquitos de 1980 refleja la situación de la familia del Vicariato que, aunque va dirigida a todos los pueblos amazónicos tiene también su aplicación a nuestro Vicariato:

«En esta región tocamos situaciones diferentes a otras regiones del país y del mundo. El hecho de que la familia indígena posea su propio estilo de vida, de que se den muy escasas uniones sacramentales en el área campesina y de que en las ciudades las celebraciones matrimoniales existentes pertenezcan generalmente a las clases más favorecidas, es un llamado de Dios para reinterpretar nuestros métodos, nuestras formas litúrgicas, nuestras normas canónicas. Estamos obligados a repensar la pastoral, mas no en función o beneficio de las familias, sino a partir de ellas, lo que nos irá llevando a otros niveles de conversión: Estamos en los comienzos. Nuestro ideal es que la familia sea el principal agente evangelizador de la familia».